En una fruta más que madura puede haber tanto etanol, la versión más común del alcohol natural de origen vegetal, como en una caña de cerveza.Hace una década,el investigador estadounidense Robert Dudley comprobó que el fruto de la chunga una palma propia de las selvas americanas, podía tener una concentración de alcohol del 8%. Aunque el porcentaje en la mayoría de las frutas suele ser 10 veces menor, algunos paleoantropólogos como Dudley han visto una conexión entre la evolución de los hominidos en el consumo de alcohol.
La teoría dominante, sin embargo, sostiene que el alcohol no entró en la dieta de los humanos hasta hace unos 9.000, cuando en varias partes del mundo, el nomadismo recolector dio paso al sedentarismo y la agricultura. Con la acumulación de grano y frutas, los primeros neolíticos descubrieron que podían conservarlos por medio de la fermentación y su transformación en bebidas alcohólicas. El alcoholismo sería, desde este punto de vista, la peor consecuencia de un desfase entre un cambio ambiental y la genética humana, que no estaba preparada para asimilar el alcohol.
Pero una investigación publicada en la revista científica PNAS retrasa y mucho la irrupción del alcohol entre los humanos. Tanto, que estos ni siquiera aun existían. Analizando la evolución de la alcohol deshidrogenasa clase IV (ADH4), una de las enzimas que metabolizan los distintos alcoholes que entran en el organismo, en primates actuales y extintos, un equipo de investigadores estima que esta enzima se activó hace unos 10 millones de años.
Tal y como muestran sus simulaciones de enzimas ancestrales, hace esos 10 millones de años, una mutación en uno de los centenares de aminoácidos que conforman la enzima, permitió al ancestro que comparten los humanos con el gorila y los chimpancés metabolizar el etanol.
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